lunes, 31 de agosto de 2009

POR EL VALOR DE UNA VERDADERA AMISTAD Y EL ACERCAMIENTO MAYOR A LOS DEMÁS

Un conocido es aquella persona con quien tenemos un trato regularmente superficial. Ser amigo implica tener amistad, y la amistad como tal es afecto, cariño entre las personas. La relación entre conocidos puede darla simple y llanamente la cotidianidad, el sencillo acto de cruzarnos una y otra vez en las diarias actividades bien sea que tan sólo sepamos o no el nombre de dichas personas. Una relación amistosa cuando es valorada de verdad, exige de nosotros un compromiso afectivo que nace de un modo natural; este debe manifestarse con la disponibilidad a favor de quienes decimos ser nuestros amigos y prevalecer en la relación con ellos la confianza, la complacencia, la simpatía, el respeto, la tolerancia, la comunicación, la ayuda mutua, el interés por sus gustos etc. El servicio desinteresado ha de ser la constante que marque la pauta en el diario acontecer de quienes disfrutan una relación que se precia de ser verdaderamente amigable, y ese servicio no será otra cosa que una disposición, nuestra voluntad sin reparo y abnegada; será darnos a pesar de sacrificios, debe ser el sentimiento el que nos mueva hacia ellos. Es bueno saber que nos conmovemos ante las circunstancias de dolor por enfermedad, por pérdida de un ser querido, por necesidad económica o cualquier otra calamidad que viven algunas personas despertando en nosotros la sensibilidad en su favor, pero qué maravilloso sería que cada día nos hiciéramos más verdaderos amigos por los que nos interese entregarlo todo en su beneficio. En nuestras manos están las condiciones para irnos acercando sin orgullo y permitiendo que más y más de esos conocidos un día lleguen a ser amigos. Preguntémonos : ¿Siempre que hemos necesitado de un amigo, lo hemos tenido oportunamente con nosotros? y ¿Cuando el amigo ha necesitado de nosotros, hemos estado dispuestos a su favor? No desaprovechemos el valioso tiempo y la ocasión para así ser cada día más amigos del mundo. Experimentemos la espontánea necesidad por saber del amigo y mantengamos una viva comunicación afectiva con él a pesar de cualquier ocupación, tiempo o distancia que nos separe procurando ligarnos más a su vida a través de las huellas que nuestro servicio pueda dejarle. Tomado del libro "Servir y Ser Feliz", de OGA
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